Los exámenes para la detección se han
clasificado en dos categorías; serológicas y radiológicas.
SEROLÓGICAS
La evaluación inicial de un individuo
sospechoso de ser portador de una enfermedad hepática empieza con la
determinación de las transaminasas (aminotransferasas), fosfatasa alcalina y
bilirrubina a las cuales se le puede agregar la gammaglutamiltranspeptidasa
(gammaglutamiltransferasa) –GGTP– y
las pruebas que determinan la función de síntesis hepática: tiempo de
protrombina y albúmina sérica, las cuales generalmente
se encuentran alteradas.
El marcador sérico más comúnmente
usado es la concentración de α feto proteína (AFP), sin embargo la utilidad
clínica de esta predicción se ve disminuida por su baja sensibilidad, por
lo tanto los niveles de
AFP como marcador único no debe ser
utilizada como prueba de tamizaje.
RADIOLÓGICAS
La prueba más usada para tamizaje y
vigilancia es la ecografía. Tiene las ventajas de no invasividad, de ser
inocua, es económica y es versátil; puede ser realizada rápida y repetidamente.
La tomografía computada y la resonancia magnética no tienen un rol específico en la primera línea del tamizaje. Estas pruebas toman su papel preponderante como pruebas diagnósticas secundarias a los test de tamizaje.
La tomografía computada y la resonancia magnética no tienen un rol específico en la primera línea del tamizaje. Estas pruebas toman su papel preponderante como pruebas diagnósticas secundarias a los test de tamizaje.
PRUEBAS CONFIRMATORIAS DE CIRROSIS
ENDOSCOPIA
Permite diagnosticar las lesiones de la mucosa.
BIOPSIA DEL HÍGADO
Es la prueba más usada para confirmación de cirrosis hepática, un examen en donde se toma una muestra de tejido de este órgano para su análisis.
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